sábado, 2 de marzo de 2013

Cuento moral parte III



Nunca volví a ver a toda esa gente, ni tan si quiera a Eloísa. Me trasladé lejos de allí y de toda esas personas. Diez años después, aún me pregunto que habría pasado si no se lo hubiera  llegado a contar. O si ella no hubiese derrochado sus palabras y traición. Quién sabe, tal vez seguiríamos siendo amigas, o quizás estuviésemos destinadas a dejar de volver a intercambiar palabras o tan siquiera miradas.
Cuando estoy con mis nuevas amistades no puedo evitar el escalofrío de mis recuerdos, pero me reconforta el saber que esta vez no me han traicionado. O al menos, aún no.
El valor moral es la fidelidad, porque sin ella haríamos daño a las personas y nos quedaríamos solos en este cruel y escalofriante mundo. 
Como siempre les invito a comentar.

Cuento moral parte II




-¿Qué te pasa?- Así, con una simple frase, directa a mis miedos, incisiva como siempre. Pero ¿Era Eloísa tan amiga mía como para contarle mi más profundo secreto?  Después de tantos años y secretos, sabía que contaría con su indiferencia y, por añadido o a causa de ella, su discreción.  Así que me armé de valor y le desvelé mi coulrofobia (fobia a los payasos).Como era previsible,ella se ciñó a su guión: no dijo nada, simplemente se encogió de hombros. La hize prometer que no se lo diría a nadie. Nuestros meñiques sellaron una vez más un acuerdo inquebrantable de silencio. Ajeno a ello, el día desgranó su habitual rutina hora tras hora.
A la mañana siguiente, mi tranquilo despertar me ocultaba tras su normalidad una desagradable sorpresa. La pesadilla se iba a hacer real.
Cuando llegué a lo que parecía mi prisión del día a día, no me esperaba  ninguno de los acontecimientos que en esa mañana, tan pacífica, iban a suceder. Caminaba. como de costumbre, al lado de Eloísa la cual me contaba todos los embrollos de su vida sentimental. Pero cuando me adentré en mi celda, algo había raro: todos estaban con sus pupilas fijas en nosotras, pero cuando me fijé detenidamente descubrí que sus intrigantes miradas se dirígian a mi pequeño cuerpo. Inquieta fuí a ocultarme a mi pupitre, pero me detuve en seco al ver que tenía dibujada una carpa de circo. Un escalofrío, como un augurio de que algo iba a ocurrir, algo sin duda, espantoso, me recorrió la espalda. Después de quedarme un instante , el cual me pareció eterno, petrificada mirando ese grotesco boceto. Pensando en quien lo había hecho.Aterrada por sentir mi secreto descubierto. Al fin me giré, vi a un gran payaso. No pude pensar en nada más. En mi mente solo existía el payaso y su gran nariz roja. Empecé a hiperventilar hasta el punto en que me desmayé.
 

cuento moral I parte



Señoras y señores, les voy a contar una historia. No es una historia real, pero si la leen atentamente, verán que tiene un valor moral. Espero que les guste.
Corría por un prado verde. De repente divisé un payaso. Todo se iba tornando más y más oscuro, más lúgubre. Mis piernas seguían corriendo, de un  modo automático, fuera de mi control. Hasta que al final, me atrapó.
La intensa humedad de mi almohada empapada en sudor, me devolvió de golpe a la realidad. Busque ansiosa su reverso seco  con la esperanza de regresar al mundo de mis sueños, esperando esquivar esta vez sus recovecos más oscuros. Aunque la noche aun guardaba varias hora, esta vez no soñé.
En el camino hacia el instituto, no podía dejar de pensar en mi pesadilla. Eloísa, mi mejor amiga,   reparó en mi gesto distraído y preocupado, que era mayor de lo habitual. Con su mejor sonrisa de “sé que te pasa algo”, comenzó su habitual interrogatorio.